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El Padre Nuestro

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Oraciones Diarias de Protección

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ORACIONES DIARIAS A MARÍA SANTÍSIMA

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domingo, 25 de abril de 2010

Dios envió a su Hijo al mundo con el fin de sacar a los hombres del poder de las tinieblas.

El Concilio Vaticano II insistió con eficacia sobre la constante enseñanza de la Iglesia. «Toda la historia humana está penetrada de una tremenda lucha contra las potencias de las tinieblas, lucha iniciada en los orígenes del mundo» (Gaudium et Spes 37). «El hombre, tentado por el maligno desde los orígenes de la historia, abusó de su libertad levantándose contra Dios y anhelando conseguir su fin al margen de Dios; rechazando reconocer a Dios como su principio, el hombre transgredió el orden debido en relación con su último fin» (Gaudium et Spes 13). «Pero Dios envió a su Hijo al mundo con el fin de sustraer, a través de él, a los hombres del poder
de las tinieblas y del demonio» (Ad Gentes 1, 3). ¿Cómo logran entender la obra de Cristo aquellos que niegan la existencia y la activísima obra del demonio? ¿Cómo logran comprender el valor de la muerte redentora de
Cristo? Sobre la base de los textos de las Escrituras, el Vaticano II afirma: «Con su muerte, Cristo nos ha liberado del poder de Satanás» (Sacrosanctum Concilium 6); «Jesús crucificado y resucitado derrotó a
Satanás» (Gaudium et Spes 2).

Dentro de Iglesia hay sacerdotes y obispos que no creen en la existencia del demonio.

Jesús da a los apóstoles el poder de expulsar a los demonios; luego extiende dicho poder a los setenta y dos discípulos y, por último, se lo confiere a todos los que crean en él.
El libro de los Hechos deja testimonio de cómo los apóstoles siguieron expulsando a los demonios después de la venida del Espíritu Santo; y así continuaron los cristianos. Ya los más antiguos padres de la Iglesia, como Justino e Ireneo, nos exponen con claridad el pensamiento cristiano acerca del demonio y del poder de expulsarlo, seguidos por los demás padres, de los cuales cito en particular a Tertuliano y a Orígenes. Bastan estos cuatro autores para avergonzar a tantos teólogos modernos que prácticamente no creen en el demonio o no hablan para nada de él.

Habla un exorcista de Gabriel Amorth

Dios no reniega nunca de sus criaturas

Dios no reniega nunca de sus criaturas. Por eso también Satanás y los ángeles rebeldes, incluso en su distanciamiento de Dios, siguen conservando su poder, su rango (tronos, dominios, principados, potestades...),
aunque hacen un mal uso de él. No exagera san Agustín al afirmar que si Dios le dejara las manos libres a Satanás, «ninguno de nosotros permanecería con vida». Al no poder matarnos, trata de hacernos
sus seguidores, buscando nuestra confrontación con Dios, del mismo modo que él se opuso a Dios.


He aquí entonces la obra del Salvador. Jesús vino «para deshacer las obras del diablo» (1 Jn. 3, 8), para liberar al hombre de la esclavitud de Satanás e instaurar el reino de Dios después de haber destruido el reino de Satanás. Pero entre la primera venida de Cristo y la parusía (la segunda venida triunfal de Cristo como juez) el demonio intenta atraer hacia él a tanta gente como puede; es una lucha que lleva a cabo por desesperación,
sabiéndose ya derrotado y «sabiendo que le queda poco tiempo» (Ap. 12, 12). Por eso Pablo nos dice con toda sinceridad que «nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra [...] los Espíritus del Mal [los
demonios] que están en las alturas» (Ef. 6, 12)
Gabriel Amorth

EL COMBATE ESPIRITUAL


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ANTOLOGÍA POETAS PERSAS

SONIDOS SUFÍES PERSIA


CÁNTICO ESPIRITUAL


Gabriel Amorth exorcista de Roma, decano de exorcistas.


ORACIÓN DE LIBERACIÓN, EXORCISMO Y SANIDAD



RENUNCIA Y LIBERACIÓN

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ORACIÓN CON EL PODER DE LA SANGRE DE CRISTO


Con el Poder de la Sangre de Cristo

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ORACIÓN DE PERDON

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LA CORAZA DE SAN PATRICIO

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ORACIÓN CONTRA LUCIFER

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EL SANTO ROSARIO

PARA MEJOR LEER IR FINAL BLOG


«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 6,1-9. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas. Salmo 145(144),10-14. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino : tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. Evangelio según San Lucas 13,22-30. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Lc 13,22-30
Leer el comentario del Evangelio por  Misal romano Plegaria eucarística para la reconciliación, nº 2
«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»
     Padre de bondad, tu Hijo ha dejado a tu Iglesia esta prenda de su amor. al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrifcio de la reconciliación perfecta.      Acéptanos también a nosotros, Padre santo, juntamente con la ofrenda de tu Hijo; y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.      Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa Benedicto XVI, con nuestro obispo N., el colegio episcopal, y todo tu pueblo santo.      Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.      Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz, por Cristo, Señor nuestro. 

miércoles 27 Octubre 2010

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Santos Vicente, Sabina y Cristeta
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor. Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente. El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo. Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud. Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel. Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.