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viernes, 2 de julio de 2010

Negarse así mismo

Cuando nos negamos a sí mismo echamos por tierra los planes que el demonio ha preparado para nosotros y nos abrimos a otra realidad de gozo en el espíritu.
 'Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz cada día, y sígame' (Lucas 9:23).
Cuando nuestra vida está llena de dificultades, pasamos por momentos difíciles de desesperación, es fácil levantar los ojos hacia Dios y suplicar. Así hizo Bartimeo: "Jesús Hijo de David, ten piedad de mi" y Jesús que pasaba por allí le oyó y tuvo un encuentro con él, le concedió la vista y Bartimeo se convirtió y alabando a Dios le seguía por el camino. Eso mismo está pasando aquí y ahora, este tiempo que nos toca vivir es el nuestro y Jesucristo que ha trascendido el tiempo, cuando ante cualquier dificultad clamamos a Él, nos oye igualmente y nos libra de todo pesar ya que sana, salva y libera.
Esto es lo normal pero hay veces que en vez de acudir suplicantes hacemos lo contrario y es con altanería culpamos a Dios de nuestras desgracias, bien sea por una muerte repentina o por otra desgracia; en este caso se ve con claridad la mano del demonio levantando barreras  y aquí el negarse a sí mismo pasa por aceptar la voluntad de Dios. Obra del diablo es también cuando nos culpamos a nosotros mismos por pecados reiterados de los que no sabemos salir y en vez de acudir a Jesucristo y poner ese defecto en sus manos, nos culpamos una y otra vez y no nos damos cuenta como esa culpabilidad se va abriendo paso a una obsesión diabólica que a su vez produce una depresión con deseos de suicidio. Para que vayamos entendiendo como trabaja el diablo, el está a la expectativa y en el momento oportuno te empuja para que tu desgracia se acreciente y si puede hundirte definitivamente mucho mejor.
Es mas difícil detectar cuando de lo que tenemos que negarnos corre a favor de nuestro ego o de nuestros deseos, así en la relaciones amorosas entre personas negarse a sí mismo es discernir el amor del sexo, aceptar el amor y rechazar el sexo. Lo que pertenece a Dios es la castidad y de lo que se sirve el diablo para separarnos de la persona que amamos es a través o consecuencia del sexo. Si bien el hacer uso del sexo para perpetuar la especie sería correcto, otro uso diferente puede llevarte a la lujuria, onanismo, pedofilia, etc. y el demonio ahí sigue haciéndote proposiciones de infidelidad, hastío, adulterio, etc. y otras consecuencias como niños no deseados incluso aborto. Nada justifica que un ser venga a este mundo con problemas psicológicos por tratarse de un hijo no deseado y menos aun acabar con su vida. Negarse a sí mismo es aceptar la vida y rechazar el aborto.
Si estamos atentos a lo que nos acontece tanto interior como exteriormente podremos actuar en el origen para que la negación no sea traumática, así siendo conscientes si observamos una inclinación de tipo sexual hacia niños que no es mas que una insinuación demoníaca, con un Padrenuestro el demonio se da cuenta de que ha sido sorprendido y huye como cobarde que es y no se pasa a mayores pero si alimentamos esta mala inclinación con material pornográfico, pedófilo, etc. con sueños eróticos que el demonio produce; el siguiente paso es correr con alguna experiencia real y lo que al principio era una inclinación se convierte en pederastia pura y dura. Toda aberración de tipo sexual es obra del mismísimo diablo, sin ninguna duda y la pederastia en clérigos de la iglesia con mas razón todavía donde además como en el caso de niños no deseados, se producen victimas  y el afirmar por parte de altos representantes del clero que no comprenden porqué son atacados por los medios si hemos pedido perdón y hemos acordado con las víctimas la indemnización queriendo evitar la acción de la justicia, no deja de ser un acto diabólico.
El mundo también nos da la oportunidad de seguir negándonos así mismo con todas esas cosas que nos ofrece y que nos hace perder la paz, bien por exceso de trabajo, por compras inadecuadas, por dependencias de drogas ya sea licor, tabaco, u otras sustancias, también por ludopatías y obsesiones por comprar sin control. Cristo en nuestro corazón, nos libera de toda cadena, a Él el honor, la alabanza y la gloria. 


EL COMBATE ESPIRITUAL


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Gabriel Amorth exorcista de Roma, decano de exorcistas.


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«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 6,1-9. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas. Salmo 145(144),10-14. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino : tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. Evangelio según San Lucas 13,22-30. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Lc 13,22-30
Leer el comentario del Evangelio por  Misal romano Plegaria eucarística para la reconciliación, nº 2
«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»
     Padre de bondad, tu Hijo ha dejado a tu Iglesia esta prenda de su amor. al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrifcio de la reconciliación perfecta.      Acéptanos también a nosotros, Padre santo, juntamente con la ofrenda de tu Hijo; y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.      Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa Benedicto XVI, con nuestro obispo N., el colegio episcopal, y todo tu pueblo santo.      Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.      Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz, por Cristo, Señor nuestro. 

miércoles 27 Octubre 2010

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Santos Vicente, Sabina y Cristeta
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor. Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente. El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo. Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud. Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel. Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.