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sábado, 19 de mayo de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 19 al 20-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua al Domingo de la Ascensión)



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De: "Unos Momentos" <nbadano@intermer.com.ar>
Fecha: 19 de mayo de 2012 04:55:11 GMT+02:00
Para: <Unosmomentos@yahoogroups.com>
Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 19 al 20-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua al Domingo de la Ascensión)
Responder a: Unosmomentos-owner@yahoogroups.com

 

Lecturas del 17 al 20-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua y  Domingo 
de la Ascensión)


 

 

Unos Momentos con Jesús y María

Lecturas del 19-5-12 (Sábado de la Sexta Semana de Pascua)

SANTORAL: San Pedro Celestino 
 
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 18, 23-28

Después de haber permanecido un tiempo en Antioquía, partió de nuevo y 
recorrió sucesivamente la región de Galacia y la Frigia, animando a todos  los discípulos.
Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, había llegado a Efeso.
Era un hombre elocuente y versado en las Escrituras. Había sido iniciado en el Camino del Señor y, lleno de fervor, exponía y enseñaba con precisión lo que se refiere a Jesús, aunque no conocía otro bautismo más que el de Juan.
Comenzó a hablar con decisión en la sinagoga. Después de oírlo, Priscila y 
Aquila lo llevaron con ellos y le explicaron más exactamente el Camino de  Dios. Como él pensaba ir a Acaya, los hermanos lo alentaron, y escribieron  a los discípulos para que lo recibieran de la mejor manera posible.
Desde que llegó a Corinto fue de gran ayuda, por la gracia de Dios, para  aquellos que habían abrazado la fe, porque refutaba vigorosamente a los  judíos en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús es el 
Mesías.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 46, 2-3. 8-9. 10 (R.: 8a)

R. Dios es el Rey de toda la tierra


Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.  R.

El Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.  R.

Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.  R.


XLectura del santo Evangelio según san Juan 16, 23b-28

Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi  Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas,  sino que les hablaré claramente del Padre.
Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue  al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y  han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora  dejo el mundo y voy al Padre.»

Palabra del Señor.


Reflexión   

"Pidan y recibirán", nos dice Jesús en este Evangelio.
Repetidas veces el Señor nos invita a que pidamos al Padre. Nos invita a pedir en su nombre al Padre..., con confianza.

Pero a veces nuestra oración no es escuchada y no es escuchada  porque  nuestra confianza es débil.
El Padre nos espera como un padre espera a un niño pequeño. Él quiere que le pidamos con la misma confianza que el niño pequeño pide a su padre, con  el convencimiento que tiene el niño de que su padre puede conseguir lo que  él pide.

Cuando nuestra oración no es escuchada es que pedimos poco o pedimos mal.
 
En nuestra oración debe manifestarse:
  • Humildad, ya que cuando pedimos algo, pedimos porque lo necesitamos y a alguien que puede darnos lo que necesitamos,
  • Confianza en ese Padre que nos ama y quiere darnos lo mejor,
  • Perseverancia para mostrar con nuestra insistencia lo importante que es  para nosotros aquello que pedimos y,
  • Disponibilidad para estar dispuestos a que se cumpla la voluntad de Dios  aunque no coincida con la nuestra
Jesús en este pasaje del Evangelio les da a sus discípulos y a nosotros un  poco de luz.
Les revela sus relaciones con el Padre, y les habla del "poder de la oración", del poder de "nuestra oración unida a la de Jesús".

Las primeras comunidades cristianas, agitadas por el poder del Espíritu,  habían experimentado ese poder de la oración, unida a la de Jesús.
Ese poder de intercesión y el amor mutuo eran el cemento que las unía y hacía crecer su impulso.
Las persecuciones de fuera, las mismas divisiones internas, no enfriaban  el amor.

Saben que Jesús glorioso sigue intercediendo por los suyos, que el Padre los ama y escucha y que nadie les puede quitar la alegría que prometió el  Señor.

Por eso en este tiempo de preparación para la venida del Espíritu Santo en  Pentecostés, vamos a pedirle a María, maestra en la oración, que nos  conceda la gracia de descubrir el valor de la oración. Que nos enseñe a  hablar con Dios y por sobre todo, que seamos capaces de hacer silencio  interior para escuchar a Dios.
Decía un Rabino que la "oración" no es algo para usar ocasionalmente, ni  un refugio para acudir de vez en cuando; la oración es la residencia para  lo más íntimo de nuestro ser. Todas las cosas tienen un hogar, y un alma  sin oración, es un alma sin hogar...
Por eso rezar, es abrir una puerta donde pueden entrar Dios y el alma.

El Evangelio nos presenta muchas veces a Cristo, buscando tiempo de soledad y de larga oración para hablar con Dios, su Padre. Hoy también  tenemos necesidad de silencio y de oración. Pidamos al Señor la gracia de  ser hombres y mujeres de oración.

Como una ofrenda de la tarde,
elevamos nuestra oración;
con el alzar de nuestras manos,
levantamos el corazón.

Al declinar la luz del día,
que recibimos como don,
con las alas de la plegaria,
levantamos el corazón.

Haz que la senda de la vida
la recorramos con amor
y, a cada paso del camino,
levantemos el corazón.

Cuando sembramos de esperanza,
cuando regamos con dolor,
con las gavillas en las manos,
levantemos el corazón.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas
 
 

SANTORAL: San Pedro Celestino 

Había nacido en 1215  y era el undécimo de doce hijos de una familia muy piadosa radicada en Isernia, pueblo de la región de los Abruzos. Él mismo dice en sus Memorias: "Mis padres se llamaban Angelerio y María. Eran justos a los ojos de Dios y honrados por los hombres. Como Jacob, tuvieron doce hijos".
Aprendió con rapidez las primeras letras  y a los cinco o seis años ya leía el salterio. Al cumplir los veinte años quiso hacer vida eremítica. A tal fin, con un compañero abandonó su pueblo; poco después éste se volvió y él continuó solo.
Así llegó a Castelsangro. Enterado de que en una cueva de los montes vecinos habitaba un ermitaño, fue a su encuentro, pero no lo halló. Allí vivió tres años y luego partió hacia Roma, donde recibió la ordenación sacerdotal.
Al regresar a la Ciudad Eterna y pasar por el monte Murrone volvió a hacer vida solitaria durante cinco años, al cabo de los cuales se trasladó a otra oquedad en el monte Maiella. La fama de su santidad hizo que muchos fueran a buscarlo y quisieran permanecer con él como discípulos. Así nació la orden de los celestinos, rama de la orden benedictina, aprobada por Gregorio X en 1274.
hallándose de visita en uno de sus monasterios recibió la noticia de que había sido elegido jefe supremo de la Iglesia. Pedro tenía ya setenta y nueve años. Subió al pontificado con el nombre de Celestino V.
Se trasladó a Aquila, donde después de ser consagrado obispo fue coronado como sumo pontífice el 29 de agosto de 1294, ante una multitud que pedía su bendición.
Pedro Celestino era un hombre sencillo, poco sociable, desconocedor de los asuntos de gobierno y de las pasiones humanas. Vivía casi permanentemente en el plano de lo sobrenatural. No quiso ir a Roma, convulsionada por luchas intestinas, y se trasladó al palacio apostólico de Nápoles, donde hizo construir una celda para recluirse en la oración.
Pronto tuvo dificultades en el ejercicio de su cargo. Ante esta situación dio claras muestras de su humildad y desapego por los honores y las dignidades. Hizo redactar una bula donde se declaraba que el papa puede renunciar a sus poderes, si en su conciencia se hace evidente que así lo exige el bien de la Iglesia.
Reunió el 13 de Diciembre de 1294 el colegio cardenalicio, leyó la bula disponiendo que se le insertara en el cuerpo del derecho canónico y abdicó. Lo sucedió en el cargo Bonifacio VIII. Su pontificado había durado menos de cuatro meses.
El resto de sus días transcurrió cerca de Anagni, en el castillo de Monte Fumone, dedicado enteramente a la oración, la penitencia y la contemplación. Murió el 19 de Mayo de 1296.
 

Otras festividades que se celebran hoy:  Santos: Urbano I, papa y mártir; Teodoro, Dunstato, obispos; Pudente, Pudenciana (Potenciana), Ciriaca, vírgenes; Calócero, Partemio, Juan de Cetina, Pedro de Dueñas, mártires; Ivo, Evonio, Claudia, Bernardo, Gracia, Teófilo de Corte, Adolfo, confesores; beato Francisco Coll, fundador de las HH. Dominicas de la Anunciata.

 

 

 
Unos Momentos con Jesús y María

Lecturas del Domingo 20-5-12 (Ascensión del Señor)

SANTORAL: San Andrés Bobola

Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11

En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa,
les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a 
restaurar el reino de Israel?»
El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el  momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los  confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la  vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras  Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les  dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús  que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera  que lo han visto partir.»

Palabra de Dios.
SALMO Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6)

R. Dios asciende entre aclamaciones,
asciende el Señor al sonido de trompetas.

Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.  R.

El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
Canten, canten a nuestro Dios,
canten, canten a nuestro Rey.  R.

El Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado. R.


Lectura de la carta a los Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23

Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para  presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse  así mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso,  hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En  cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los  tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio. Y así como el  destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el  Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para  quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en  relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en
el Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente  que él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne. También  tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios. 
Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados  interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua  pura. Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque  aquel que ha hecho la promesa es fiel.

Palabra de Dios.



X Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20

Jesús dijo a sus discípulos:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El 
que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en  mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está  sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Palabra del Señor.
 
Reflexión

En esta fiesta de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, que festejamos cuarenta días después de la Pascua, conviene recordar lo que dice San Agustín:

"Hoy Nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con Él  nuestro corazón".

San Agustín nos muestra en este texto el sentido general de la fiesta de  la Ascensión del Señor.
El Señor se fue, pero sigue estando.
Nosotros estamos, pero de alguna manera estamos también en Él.
Por eso, nuestra vida está en la tierra pero nuestro corazón está en el  cielo y desde que el Señor subió al cielo hay una sana tensión por  procurar ver las cosas de la tierra desde la perspectiva de Dios..., desde el cielo.

Teniendo nuestro corazón en el cielo, buscando las cosas de arriba, las  cosas de la tierra se relativizan y adquieren su verdadera dimensión.

Dice San Agustín, que Él- Jesús-, cuando bajó a nosotros, no dejó el  cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo.

La razón de todo esto es que Cristo es la cabeza del Cuerpo de la Iglesia, y si la cabeza ya está glorificada, de alguna manera también lo estamos  nosotros con él.

Por eso nuestra oración en este día, los sentimientos de nuestra oración  están resumidos en la oración principal de la liturgia:
¨Concédenos, Señor, rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión  de tu Hijo y elevar a ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo  de Cristo es ya nuestra victoria, ya que él es la cabeza de la Iglesia,  haz que nosotros, que somos su cuerpo, nos sintamos atraídos por una  irresistible esperanza hacia donde Él nos precedió".

Nuestros sentimientos hoy son de acción de gracias, pero la acción de  gracias por la victoria de Cristo y de su Pueblo nos lleva naturalmente a  una irresistible esperanza, ya que la cabeza atrae naturalmente al cuerpo.

Por eso la fiesta de hoy es la fiesta de la esperanza, que vence toda  tristeza del corazón.
Nuestra naturaleza caída, nos lleva a veces a la tristeza. El remedio contra la tristeza es la esperanza de estar junto al Señor, no sólo al  final de los tiempos sino ya, hoy, con la elevación de nuestro corazón.

Para fomentar nuestra esperanza, hoy se lee el texto del libro de los  Hechos de los Apóstoles donde se contempla la escena de la Ascensión.

A pesar de haber estado con Jesús durante tres años, de haberlo escuchado, los apóstoles no habían aprendido nada, y quieren de alguna manera,  adelantar los tiempos que son absolutamente de Dios.
Pero el Señor les hace ver que no les corresponde a ellos saber el tiempo  y el momento de la restauración de Israel y sí les confirma la promesa del  Espíritu Santo y el testimonio que tendrá que dar hasta los confines de la  tierra.

Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos hasta que una nube lo ocultó a sus ojos.
Podemos contemplar los ojos de Cristo, llenos de misericordia, que se despiden, y los ojos de sus discípulos, llenos de asombro.
Se quedaron atónitos hasta que unos hombres vestidos de blando, les dijeron ¿qué hacen mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo  Jesús, vendrá así como le habeís visto subir al cielo..

Las palabras de los ángeles, son una invitación implícita a no mirar al  cielo sino a la tierra, a la misión de testimoniar al Señor Jesús.

Jesús no está, estamos nosotros, su Pueblo, y es su Pueblo en su conjunto el que tiene la misión dada por el mismo Señor.
Nuestro corazón está en el cielo, pero nuestros pies en la tierra y tenemos que caminar para anunciar el Evangelio.

Los ángeles les revelan a los apóstoles que es hora de comenzar la inmensa  tarea que les espera, que no deben perder el tiempo. Con la Ascensión  termina la misión de Cristo en la tierra.
Los apóstoles se vuelven solos a Jerusalén pero tienen a su maestro más  cerca que nunca, y su vida tiene ya su objetivo primordial: dar a conocer  a Cristo entre la gente de toda tierra.

Pidamos a María que por su intersección seamos verdaderos testigos de Cristo en el mundo, teniendo siempre nuestro corazón en el cielo. Que  puedan los demás referirse a cada uno de nosotros con las palabras del  profeta Isaías: ¨Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero  que anuncia la paz¨

¿Y dejas, Pastor santo,
 tu grey en este valle hondo, oscuro,
 en soledad y llanto;
 y tú, rompiendo el puro
 aire, te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos
 que vieron de tu rostro la hermosura
 que no les sea enojos?
 Quién gustó tu dulzura.
 ¿Qué no tendrá por llanto y amargura?

 Y a este mar turbado
 ¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
 al fiero viento, airado,
 estando tú encubierto?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?

Ay, nube envidiosa
aún de este breve gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.
 
Himno de la Liturgia de las Horas

 

SANTORAL: San Andrés Bobola

Andrés Bobola nació en Polonia en 1591, en tierras regadas por el Vístula. Procedía de una piadosa familia cristiana. Se educó con los jesuitas, en el colegio que éstos habían fundado en el condado de Sandomir.
Llamado por su  vocación al apostolado, ingresó en el noviciado de Vilna, entonces capital de Lituania, anexada a Polonia, recibiendo las sagradas órdenes en 1622.
Tiempos revueltos eran aquellos tanto en lo político como en lo religioso. En este último aspecto, abundaban los cismas y las herejías. Durante su estancia en Vilna, Andrés Bobola consiguió con su prédica numerosas conversiones y tanto brilló como orador sagrado, que su presencia fue requerida en otras ciudades. Al mismo tiempo ayudaba a  los menesterosos y cuidaba a los enfermos.
pero su vocación estaba en las misiones. Fue el paladín de la fe católica en la región oriental, poblada en su mayoría por cristianos ortodoxos.
Rusia apetecía aquellas tierras y había comenzado su avance hacia el oeste, arrasando todo lo que se le opusiera. Pronto los martirios fueron jalonando con sangre aquella sacrílega marcha.
En tales condiciones, Andrés Bobola cumplió su apostolado tratando de mantener la unidad religiosa en medio de esta tormenta.
En mayo de 1657, al iniciarse la primavera, los cosacos se apoderaron de Pinsk. Andrés Bobola marchó a Janow. Terminaba de celebrar la misa en la madrugada y se aprestaba a continuar su camino, cuando fue apresado por los enemigos.
Intentaron hacerlo apostatar y al comprender la inutilidad de sus esfuerzos lo martirizaron. La historia de su suplicio es una larga lista de horrores y crueldades.
Los católicos le dieron cristiana sepultura en Pinsk, pero las numerosas invasiones hicieron que se perdiera la noticia del sepulcro, hasta el año 1701.
Estos restos estuvieron un tiempo en poder de los zaristas y de los bolcheviques. En 1923  pudo llevárselos a Roma y después a Varsovia, a la iglesia principal de los jesuitas.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy:  Santos: Valente, Paterno, Torcuato, Teobaldo, Mancio, obispos; Segundo, presbítero; Timoteo, Polio, Eutiquio, diáconos; Polieucto, Victorio, Donato, Teopompo, Sinesio, Secundino, mártires; Gisela o Isberga, virgen; Isidoro, Varón, Teodoro, Hospicio, confesores; Constantino, emperador.

 

 
 
Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Weichs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
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«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 6,1-9. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas. Salmo 145(144),10-14. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino : tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. Evangelio según San Lucas 13,22-30. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Lc 13,22-30
Leer el comentario del Evangelio por  Misal romano Plegaria eucarística para la reconciliación, nº 2
«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»
     Padre de bondad, tu Hijo ha dejado a tu Iglesia esta prenda de su amor. al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrifcio de la reconciliación perfecta.      Acéptanos también a nosotros, Padre santo, juntamente con la ofrenda de tu Hijo; y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.      Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa Benedicto XVI, con nuestro obispo N., el colegio episcopal, y todo tu pueblo santo.      Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.      Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz, por Cristo, Señor nuestro. 

miércoles 27 Octubre 2010

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Santos Vicente, Sabina y Cristeta
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor. Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente. El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo. Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud. Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel. Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.