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viernes, 4 de mayo de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 4-5-12 (Viernes de la Cuarta Semana de Pascua)



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Inicio del mensaje reenviado:

De: "Unos Momentos" <nbadano@intermer.com.ar>
Fecha: 4 de mayo de 2012 01:07:01 GMT+02:00
Para: <Unosmomentos@yahoogroups.com>
Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 4-5-12 (Viernes de la Cuarta Semana de Pascua)
Responder a: Unosmomentos-owner@yahoogroups.com

 

Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 4-5-12 (Viernes de la Cuarta Semana de Pascua)

 
SANTORAL:
Godofredo, obispo
 
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13, 26-33
 
Habiendo llegado Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios. En efecto, la gente de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado, pero las cumplieron sin saberlo, condenando a Jesús.
Aunque no encontraron nada en él que mereciera la muerte, pidieron a Pilato que lo condenara. Después de cumplir todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del patíbulo y lo pusieron en el sepulcro.
Pero Dios lo resucitó de entre los muertos y durante un tiempo se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los mismos que ahora son sus testigos delante del pueblo.
Y nosotros les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: la promesa que Dios hizo a nuestros padres, fue cumplida por él en favor de sus hijos, que somos nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 2, 6-7. 8-9. 10-12a (R.: 7)
 
R. Tú eres mi hijo, hoy yo te he engendrado.
 
 
 «Yo mismo establecí a mi Rey
 en Sión, mi santa Montaña.»
 Voy a proclamar el decreto del Señor:
 El me ha dicho: «Tú eres mi hijo,
 yo te he engendrado hoy.»  R.
 
 «Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
 y como propiedad, los confines de la tierra.
 Los quebrarás con un cetro de hierro,
 los destrozarás como a un vaso de arcilla»  R.
 
 Por eso, reyes, sean prudentes;
 aprendan, gobernantes de la tierra.
 Sirvan al Señor con temor;
 temblando, ríndanle homenaje.  R.

 
X Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6
 
Jesús dijo a sus discípulos:
«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy.»
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
 
Palabra del Señor.
 
 
Reflexión   
  
Los apóstoles debían estar muy golpeados con la muerte que Jesús había anunciado, la traición de uno de ellos y la negación de Pedro.
El Señor, con cariño, los consuela y alienta.
Así como confían en Dios, el Padre, deben también confiar en Él.
 
Jesús les anuncia que en el hogar del Padre, tienen ya preparado un sitio apacible, que Él va a ir a prepararles.
Jesús, vuelve al Padre, pero sigue presente en medio de los suyos por medio del Espíritu Santo, de la santa Eucaristía, y en los hermanos.
Muchas veces, Jesús les repite que Él es el camino hacia el Padre, que quien ve a Él, ve al Padre.
 
Los discípulos, sin embargo, no acaban de entender, y cuando Tomás le dice que cómo van a conocer el camino, si ni saben a dónde va, Jesús le responde: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
 
Cristo es el camino, el único camino. El camino verdadero que nos conduce al Padre. Y en Cristo está la verdadera vida.
 
Jesús es la vida, porque es el único que la posee en su plenitud y la puede comunicar. Nadie va al Padre sino por Él. No hay otro camino. Los discípulos, aunque entre sombras, ya conocen al Padre, porque lo han visto en Jesús y creen en el Hijo.
 
En la confusión de este mundo en que vivimos, en la inseguridad del presente y en la incertidumbre del porvenir, las palabras del Señor son Luz para nuestro caminar.
* Porque sabemos que no tenemos aquí abajo morada definitiva;
* Porque podemos contar, apoyados en la palabra del Señor, que allí, en el hogar del Padre, tenemos preparado un sitio;
* Porque sabemos que Jesús resucitado nos lo está preparando, para que un día estemos donde él está y compartamos su gloria.
 
 Y mientras vivimos en "esta tienda de campaña", como dice San Pablo, sabemos cuál es nuestro camino, el que lleva a la Vida; el que no se pierde, ni nos hace perdernos. Jesús es siempre nuestro camino; Él es el que vive en el reino del Padre, el cordero resucitado, pero al mismo tiempo el que vive en la comunidad, en su Iglesia, al que seguimos escuchando en su Palabra y en sus sacerdotes.
 
Jesús es el camino, pero también es caminante con nosotros, con su pueblo.
Si nos apartamos de su Iglesia, nuestro camino se pierde en la confusión de las sendas.
No es Jesús el término del camino. El término del camino es el Padre; pero con Jesús, vamos a ir descubriendo como los apóstoles, poco a poco al Padre.
 
Caminando con Jesús y cargando nuestra cruz, y aliviando la de nuestros hermanos, llegaremos a la fuente de vida y verdad, al Padre, lleno de amor y misericordia.
Pidámosle hoy a María, nuestra madre, que nuestro camino no se aparte nunca del de su Hijo 
 
Buenos días, Señor, a ti el primero
encuentra la mirada
del corazón, apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.
 
Buenos días, Señor, contigo quiero
andar por la vereda:
Tú, mi camino, mi verdad, mi vida;
Tú, la esperanza firme que me queda.
 
Buenos días, Señor, a ti te busco,
levanto a ti las manos
y el corazón, al despertar la aurora:
quiero encontrarte siempre en mis hermanos.
 
Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría
al corazón que va por tus caminos
¡vencedor de tu muerte y de la mía!
Himno de la Liturgia de las Horas

 

SANTORAL: Godofredo, obispo

Gotardo nació en Baviera, fue monje benedictino, que se esforzó por devolver en los diversos monasterios que recorrió, la pureza original a la regla de san Benito, un tanto relajada en muchas comunidades. Puede considerarse uno de los reformadores más importantes de esa orden.

Estamos hablando de fines del siglo X y fue quien sucedió a San Bernardo como obispo. Aunque pasó a la historia como un gran obispo constructor, ya que continuó con los proyectos artísticos de San Bernardo, terminando la catedral y la igleis ade San Miguel de Hildesheim, se esforzó por facilitar la ensañanza a la juventud, proporcionando al pueblo sencillo escuelas, hospitales y asilos.

Otras festividades que se celebran hoy:  Santos: Silvano, Antonio, Venerio, Macario; mártires: Antonio, Antonina, Porfirio y Paulino.


 


Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Wiechs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
Unos Momentos con Jesús y María
 
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«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 6,1-9. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas. Salmo 145(144),10-14. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino : tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. Evangelio según San Lucas 13,22-30. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Lc 13,22-30
Leer el comentario del Evangelio por  Misal romano Plegaria eucarística para la reconciliación, nº 2
«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»
     Padre de bondad, tu Hijo ha dejado a tu Iglesia esta prenda de su amor. al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrifcio de la reconciliación perfecta.      Acéptanos también a nosotros, Padre santo, juntamente con la ofrenda de tu Hijo; y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.      Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa Benedicto XVI, con nuestro obispo N., el colegio episcopal, y todo tu pueblo santo.      Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.      Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz, por Cristo, Señor nuestro. 

miércoles 27 Octubre 2010

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Santos Vicente, Sabina y Cristeta
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor. Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente. El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo. Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud. Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel. Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.