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martes, 15 de mayo de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 15-5-12 (Martes de la Sexta Semana de Pascua)



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De: "Unos Momentos" <nbadano@intermer.com.ar>
Fecha: 15 de mayo de 2012 03:53:29 GMT+02:00
Para: <Unosmomentos@yahoogroups.com>
Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 15-5-12 (Martes de la Sexta Semana de Pascua)
Responder a: Unosmomentos-owner@yahoogroups.com

 

Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 15-05-12 (Martes de la Sexta Semana de Pascua)

 
SANTORAL: San Isidro Labrador
 
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 16, 22-34
 
La multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron arrancar la ropa y ordenaron que los azotaran. Después de haberlos golpeado despiadadamente, los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho cuidado. Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una celda interior y les sujetó los pies en el cepo.
Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban las alabanzas de Dios, mientras los otros prisioneros los escuchaban. De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron. El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que los prisioneros se habían escapado. Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, estamos todos aquí.»
El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y, temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas. Luego los hizo salir y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?»
Ellos le respondieron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia.»
En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 7c-8 (R.: 7c)
 
R. Señor, tu derecha me salva.
 
 Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
 te cantaré en presencia de los ángeles.
 Me postraré ante tu santo Templo.  R.
 
 Daré gracias a tu Nombre
 por tu amor y tu fidelidad.
 Me respondiste cada vez que te invoqué
 y aumentaste la fuerza de mi alma.  R.
 
 Tu derecha me salva.
 El Señor lo hará todo por mí.
 Tu amor es eterno, Señor,
 ¡no abandones la obra de tus manos!  R.
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11
 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?" Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.»
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión   
 
El Señor, en el Evangelio de hoy nos habla de la  Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo que Jesús nos envía para no dejarnos sólos.
 
El mismo Jesús dice en este Evangelio a sus discípulos que no estén tristes. Que les conviene que Él se vaya porque entonces vendrá el Intercesor.
 
Por eso, es importante tratar de acercarnos a esa tercera persona de la Santísima Trinidad. Es una necesidad el que nos acerquemos a Él porque esa tercera persona divina es la presencia actual de Dios entre nosotros.
 
Nuestra fe tiene su centro en Jesucristo, Dios que se hizo hombre para salvarnos y devolver a la humanidad la relación quebrantada por el pecado. Pero es el mismo Cristo quien nos prometió el Espíritu Santo y nos regaló su presencia.
 
Y es el Espíritu Santo quien nos lleva a Jesús, y Jesús que nos lleva al Padre.
 
Dios Padre, en su querer acercarse al hombre, envía a su Hijo. Jesús es Dios, es Dios compartiendo su vida con la humanidad. Jesús es la voz, la palabra y el rostro visible del Padre. Él mismo lo dice: "Quien me ve a mí, ve al Padre".
 
Pero cuando Jesús cumple su etapa en el mundo, no nos deja solos, nos deja a su enviado, al Espíritu Santo.
 
Cuando nosotros percibimos, vemos, oímos y sentimos al Espíritu, percibimos, vemos, oímos y sentimos a Jesús. El Espíritu Santo es para el hombre de hoy una presencia tan concreta como lo era Jesús para los apóstoles y discípulos que compartieron su vida.
 
Nuestro camino para llegar a Jesús es el Espíritu Santo tal como Jesús es camino, verdad y vida para llegar al Padre.
Es por intermedio del Espíritu que vamos a Jesús y por Jesús al Padre.
 
El Espíritu Santo es quien nos permite comprender el mensaje el Evangelio.
 
El Espíritu Santo es don..., es regalo..., es gracia..., que Dios da al hombre.
Es el mismo "Dios" que "se da" al hombre en la plenitud de su esencia divina.
 
Por esto, es necesario estar abiertos a la acción del Espíritu Santo. Y esa necesidad debe ser para todos los creyentes.
Estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, no es una modalidad de algún grupo de Iglesia, es un rasgo que debe ser común a todos.
 
Es hora de tomar conciencia de este aspecto del mensaje de Jesús.
En este pasaje del Evangelio Jesús mismo dice a sus discípulos y a nosotros que el Espíritu Santo es quien nos va a acompañar durante nuestra peregrinación en el mundo.
En este tiempo pascual, la Iglesia nos invita a reparar en la persona del Espíritu Santo, y a pedirle a Dios, a pedirle a Jesús, que envíe a nosotros su Espíritu y también pedirle ser dóciles a los insinuaciones del Espíritu de Dios.
.
 
"No, yo no dejo la tierra.
No, yo no olvido a los hombre.
Aquí, yo he dejado la guerra;
arriba, están vuestros nombres."
 
¿Que hacéis mirando al cielo,
varones, sin alegría?
Lo que ahora parece un vuelo
ya es vuelta y es cercanía.
 
El gozo es mi testigo.
La paz, mi presencia viva,
que, al irme, se va conmigo
la cautividad cautiva.
 
El cielo ha comenzado.
Vosotros sois mi cosecha.
El Padre ya os ha sentado
conmigo, a su derecha.
 
Partid frente a la aurora.
Salvad a todo el que crea.
Vosotros marcáis mi hora.
Comienza vuestra tarea. Amen.
 
Himno de la Liturgia de las Horas

 

 

 

SANTORAL: San Isidro Labrador

Es el alba en Madrid. Un campesino entra en la iglesia. Los vecinos lo conocen. Es Isidro. Luego de la misa toma el camino del campo. Se oye chirriar la carreta, el pesado paso de los bueyes. La  carreta se detiene; ha llegado a la tierra de su amo, el señor Juan de Vargas. Comienza Isidro a labrar las tierras de éste, como si fueran las suyas.
Cada noche, Isidro pregunta a su amo:
-Señor, ¿cuál será mi trabajo mañana?
Juan de Vargas le indica el plan. Isidro debe sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, levantar la cosecha.
Uncidos los bueyes, los campos de Caravanchel y del Jarama ven llegar a un hombre rústico, tostado por el sol, que canta, reza y siembra.
Isidro no sabe leer, pero lee en el libro del universo. Todo le es familiar;  las aguas, los pájaros, el viento, las fuentes, las flores, la lluvia. La tierra donde su arado abre los surcos de fecundos frutos. Isidro es feliz; el campo le habla a toda hora de Dios.
Anochece, Isidro deja el arado y con la carreta entra en la ciudad. Llega a su casa donde lo espera María Toribia, su mujer. También está el hijo. Padre e hijo desuncen los bueyes y los alimentan. El pasto y el grano se escurren por el comedero del pesebre.
Cuenta la leyenda que cuando san Isidro se dirigía a sembrar, repartía el trigo que llevaba a los pobres y también daba alimento a las aves diciéndoles: "Tomad, avecillas de Dios, que cuando Dios amanece, para todos amanece". Y el trigo volvía a reproducirse y así san Isidro continuaba sembrando.
Es reverenciado como patrono de Madrid y de los ganaderos y labradores, quienes le imploran en épocas de sequía y también para que cesen las lluvias en períodos de inundaciones. Asimismo claman a Isidro los que están en peligro de ahogarse, pues él realizó el milagro de salvar a su hijo, ahogado.
Se cree que san Isidro nació entre los años 1080 y 1082. Murió en plena primavera madrileña, el 15 de mayo de 1130. Fue beatificado por el papa Pablo V en 1619 y canonizado por Gregorio XV en 1622. Sus restos se guardan en la iglesia catedral de Madrid. Su mujer también fue canonizada. Se la llama comúnmente santa María de la Cabeza.

 

Otras festividades que se celebran hoy: Santos:  Torcuato, Tesifonte, Cecilio, Indalecio, Esiquio, Eufrasio, Segundo, Simplicio, Isaías de Kiev, obispos; Juana de Lestonnac, fundadora de la Orden de Nuestra Señora.

 

 

 

 

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Wiechs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
Unos Momentos con Jesús y María
 
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«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/10/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 6,1-9. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor. Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas. Salmo 145(144),10-14. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino : tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. Evangelio según San Lucas 13,22-30. Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Lc 13,22-30
Leer el comentario del Evangelio por  Misal romano Plegaria eucarística para la reconciliación, nº 2
«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»
     Padre de bondad, tu Hijo ha dejado a tu Iglesia esta prenda de su amor. al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: el sacrifcio de la reconciliación perfecta.      Acéptanos también a nosotros, Padre santo, juntamente con la ofrenda de tu Hijo; y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz.      Que este Espíritu, vínculo de amor, nos guarde en comunión con el Papa Benedicto XVI, con nuestro obispo N., el colegio episcopal, y todo tu pueblo santo.      Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.      Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo, unidos con María, la Virgen Madre de Dios, y con todos los santos, reúne también a los hombres de cualquier clase y condición, de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna, en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz, por Cristo, Señor nuestro. 

miércoles 27 Octubre 2010

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Santos Vicente, Sabina y Cristeta
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que es el mayor. Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente. El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera seguidores de Cristo. Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud. Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel. Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.